Domenico Scarlatti
Su vida
Se dispone de pocos datos biográficos sobre Domenico Scarlatti, sobretodo durante el tiempo en que estuvo al servicio de la Corte portuguesa. Tan sólo se conserva una carta suya, escrita en 1752 al duque de Huéscar [1], y apenas disponemos de manuscritos de sus obras. Nada sabemos pues de sus pensamientos ni de sus sentimientos.
A las 20,57 de la noche del viernes 26 de octubre de 1685 en Nápoles, en la vía Toledo, nacía Giusseppe Domenico, sexto hijo del matrimonio formado por Alessandro Scarlatti y Antonia Anzalone. Su padre era un famoso y prestigioso músico, maestro de capilla al servicio del Virrey de Nápoles Don Gaspar de Haro [2] y fundador del estilo musical que hoy conocemos como “escuela napolitana”. Su madre provenía también de una importante familia de músicos y cantantes. El prestigio del que gozaba Alessandro en la ciudad se ve reflejado en el hecho de que los padrinos de Domenico, bautizado el 1 de Noviembre en la Iglesia de Santa María de Monte santo, fueran Dª. Leonora del Carpio, princesa de Colobrano y virreina de Nápoles, y el duque de Maddaloni, D. Domenico Martio Carafa.
Domenico empezó desde muy pronto a estudiar música con su padre, junto sus hermanos. El niño mostraba un gran talento y con tan sólo quince años - el día 13 de septiembre de 1701 – es nombrado organista y compositor de la capilla virreinal. Sin duda que en este nombramiento, aparte de influir las innegables cualidades del joven músico, tuviera no menos que ver el hecho de que su padre fuera el maestro de capilla.
Pero soplaban malos vientos para Europa, vientos que se hacen notar con mayor virulencia en la ciudad del Vesubio. Tras el fallecimiento de Carlos II en 1700 el trono de España había pasado, por disposición testamentaria, al duque de Anjou, que iba a reinar como Felipe V. Al principio este cambio de dinastía fue aceptado con mayor o menor agrado y recelo por el resto de potencias europeas, exceptuando Austria, que reclamaba dicha corona para el Archiduque José, hijo del emperador Leopoldo I. La situación empeora cuando Luis XIV decide reconocer también como heredero a la corona de Francia a Felipe V y manda establecer tropas francesas en los Países Bajos. Nápoles se subleva en favor del pretendiente austriaco a la corona española y el 7 de Septiembre de 1701 Inglaterra, Holanda y Austria firman en La Haya una alianza para coronar al Archiduque de Austria como rey de España. El 8 de abril de 1702 Felipe V con la escuadra del almirante francés conde de Estreés y el duque de Medina Sidonia parte desde Barcelona rumbo a Nápoles [3] . La llamada guerra de Sucesión española había estallado.
Alessandro, ante la inestable y convulsa situación política que se vive en la ciudad, piensa en buscar acomodo para su familia en otro lugar. Solicita y obtiene una licencia de cuatro meses para ausentarse de Nápoles y en junio de 1702 viaja, acompañado por Domenico, a Florencia, con la esperanza de conseguir un puesto en la corte de Fernando III de Médicis, Gran Príncipe de la Toscana. Fernando es un gran mecenas y un apasionado melómano. En su residencia de Pratolino dispone en la tercera planta de un teatro donde gusta de representar óperas. Los Scarlatti son muy bien recibidos y alojados en la residencia de verano del Príncipe, donde Domenico compondrá unas de sus primeras obras de las que tenemos noticias: la cantata “Ninfa belle e voi pastori” para soprano y bajo continuo [4]. Sin embargo no logran conseguir un puesto en la corte toscana y para finales de año regresan a Nápoles. Fracasado este primer intento, Alessandro piensa probar fortuna en Roma y hacia allá se encamina en abril de 1703. Domenico permanece esta vez en Nápoles, donde estrena el de 19 de diciembre de 1703 en el teatro de la capilla Real sus dos primeras óperas: “L’ Ottavia ristituitia al trono” e “Il Giustino”. Su siguiente obra para la escena será una revisión de la ópera de Pollaroli “L’Irene”, representada en el teatro de San Bartolomé de Nápoles al año siguiente.
Mientras tanto a su padre en Roma no le va mal. Es una ciudad que conoce y en la que no parte desde cero, porque Alessandro ya había estado viviendo y trabajando en esta ciudad desde 1672 hasta 1684 y nunca había perdido el contacto con sus mecenas romanos. En esta segunda estancia, que recordemos comienza en abril de 1703, consigue el cargo de auxiliar del maestro de capilla de Sta. María la Mayor el 31 de diciembre de 1703 [5] y vuelve a trabajar para el cardenal Pedro Ottoboni - otro gran mecenas de las artes y sobrino del papa Alejandro VIII -, además de componer también entre otros para Fernando de Médicis y María Casimira, duquesa de Jaroslav [6]. Se relaciona con sus colegas de profesión Pasquini y Corelli, con quienes suele participar en los conciertos que organiza la prestigiosa e influyente Academia Arcadia [7]. Tras encontrar acomodo en Roma Alessandro toma la decisión de sacar a su hijo de Nápoles y enviarle a buscar fortuna a Venecia, por aquel entonces uno de los más grandes centros europeos de la música instrumental y vocal, una ciudad que contaba con quince teatros de ópera:
"Le he obligado a salir de Nápoles, porque aunque allí hay oportunidades para su talento, no es la clase de talento para un lugar así. Le saco también de Roma porque Roma ya no tiene lugar para la música, la cual vive aquí como si fuera un mendigo. Este hijo mío es un águila a la cual le han crecido las alas. No puede ya permanecer ocioso en su nido, ni yo puedo impedirle el vuelo. Como da la casualidad que el cantante napolitano Nicolino va a hacer también el viaje de aquí a Venecia, he decidido que mi hijo viaje con él" [8]
En la ciudad de los canales intentará Domenico abrirse camino y encontrar una posición que le permita asegurarse el porvenir, pero sin éxito. En Venecia, la ciudad de la ópera por antonomasia, no recibió ni un solo encargo de componer. No obstante participa en varios conciertos en los que causa sensación por su asombroso virtuosismo en el teclado. Disponemos del testimonio de una de sus interpretaciones en Venecia:
"Un joven vestido de negro, con peluca negra, estaba de pie en una esquina del salón, muy quieto y atento mientras Roseingrave tocaba, fue solicitado para sentarse al clavicémbalo, cuando empezó a tocar, Rosy dijo que creía que diez mil demonios tocaban el instrumento, jamás había escuchado pasajes de tal ejecución y efecto. Al preguntar el nombre de tan extraordinario ejecutante, respondió que era Domenico Scarlatti, el hijo del celebrado caballero Alessandro Scarlatti".
El narrador de esta historia, Roseingrave, era un músico irlandés que se hallaba ampliando estudios en Italia, pensionado por la Catedral de San Pablo de Londres. Fue tal la impresión que le causó la interpretación de Domenico que "no volvió a tocar el clavicémbalo hasta un mes después de este encuentro”. El irlandés se convirtió desde entonces en un amigo inseparable de Domenico, del que muy posiblemente también tomaría clases. Cuando años más tarde Roseingrave regresó a Inglaterra se dedicó a la difusión de la música de su amigo en aquel país, tanto de su obra para clave como de su repertorio vocal. Bien podríamos decir que este irlandés es el primer scarlattista de la historia.
A la espera de su oportunidad en Venecia Domenico entabla amistad con Francesco Gasparini, con el que además perfecciona sus conocimientos de composición. Gasparini es el maestro de coro del Ospedale della Pietá [9], y es muy posible que fuera a través de él como Domenico conoció al maestro de violín y director de orquesta de dicha institución, un sacerdote pelirrojo, excepcional violinista, llamado Antonio Vivaldi.
Lo que no consigue el hijo lo obtiene el padre y en Roma Alessandro recibe el encargo de componer dos óperas para Venecia: “Il trionfo della libertà” y “Mitridate Eupatore”. Alessandro se desplaza hasta la ciudad de los canales para dirigir en persona los ensayos y las representaciones. Las obras suben a escena en el teatro de San Giovanni Grisostomo el 26 de diciembre de 1706 y el 5 de enero de 1707, respectivamente… y fracasan. Ninguna de las dos logra convencer al exigente público veneciano y Alessandro vuelve a Roma, donde pasa a ocupar ahora el cargo de maestro de capilla de Sta. María la Maggiore. Decide también dar por finalizada la experiencia veneciana de su hijo y le manda regresar a su lado, a Roma. Domenico no tiene dificultad alguna en introducirse en la vida musical de esta ciudad, merced una vez más a los numerosos e influyentes contactos de que goza su padre, y se convierte muy pronto en asistente asiduo de las Academias Poético-Musicales que gusta de organizar los miércoles el Cardenal Ottoboni. A estas veladas asistían los mejores músicos que se encontraban en Roma, y en una de ellas iba a tener lugar un enfrentamiento al teclado entre dos virtuosos de excepción: Händel y Domenico [10].
Ambos interpretaron primero al clave, donde se declaró un empate, para proseguir luego al órgano, en el que resultó ganador el sajón. Esta competición no sólo no les enemistó, si no que ambos contendientes acabaron siendo buenos amigos. Los dos jóvenes viajaron en mayo de 1708 a Nápoles, donde permanecieron hasta el mes de Julio.
Por esas mismas fechas es nombrado el Cardenal Grimani virrey de Nápoles, que tras la paz de Utrech había pasado a manos austríacas. El Cardenal pertenecía a una importante familia, propietaria del teatro de San Giovanni Grisostomo, y era un apasionado al arte tal que incluso había redactado para Händel el libreto de su ópera “Agripina”. Grimani se dirige a Alessandro y le ofrece que acepte de nuevo el cargo de maestro de capilla en Nápoles.
Y los caminos de los Scarlatti, padre e hijo, vuelven a separarse. Alessandro acepta la oferta del Virrey de Nápoles y Domenico permanece en Roma como maestro de capilla de María Casimira de Polonia. Para ella compondrá durante los años que estuvo a su servicio seis óperas: en 1710, “La Silvia”; en 1711, “L'Orlando, overo la Gelosa Pazzia”, y “Tolomeo et Alessandro, overo La Corona Disprezzata”; en 1712, “Tetide in Sciro”; en 1713, “Ifigenia in Aulide”, y en 1714, “Amor d'un Ombra e Gelosia d'un Aura”. Todas ellas sobre textos elaborados por el secretario de la reina, Capeci, y representadas en el pequeño teatro palaciego de la Reina. A esta lista de obras hay que añadir un oratorio – “La conversione di Clodoveo, re di Francia” 1709; y una cantata – “Applauso al nome di María Santissima“, 1712 –. Para el hijo de María Casimira trabaja otro prestigioso músico: Silvius Leopold Weiss, el mayor compositor para laúd de todos los tiempos.
De esta época de la vida de Domenico datan las diecisiete sinfonías que compuso. Son piezas todas para orquesta de cámara que siguen el modelo de la obertura italiana – rápido – lento – rápido -.
El 28 de octubre de 1713 fallece Paolo Lorenzani, el maestro de la capilla Julia – la capilla Musical de la Basílica de San Pedro [11] -. Su cargo lo pasa a ocupar el que había sido su auxiliar, Tommaso Baj, y a su vez el suyo va a parar a Domenico. Pero Baj apenas puede disfrutar de su puesto un año, ya que fallece el 22 de diciembre de 1714 lo que coloca al joven Scarlatti al frente de tan prestigiosa institución. Para los oficios de esta capilla compone Domenico varias obras, todas en ese estilo sobrio del que Palestrina había sido su máximo exponente, ya que este modelo de la polifonía era el único admitido en dicha institución.
En junio de 1714 María Casimira abandona Roma, pero Domenico no acompaña a su patrona, ya que ha decidido aceptar el cargo de maestro de capilla de la embajada portuguesa en el Vaticano que le ofrece su embajador, el Marqués de Fontes. La primera obra con la que se estrena Scarlatti en dicho cargo es una cantata para celebrar el nacimiento del heredero a la corona portuguesa – nacido en Lisboa, el 6 de junio de 1714 -, “Aplauso genetliaco del Signor Infante de Portogallo”.
Para los carnavales de 1715 escribe “Ambleto” – Hamlet – que es estrenada en el teatro Capranica en Roma. Esta obra presenta dos curiosidades: la primera que esta ópera es la primera que escribe para ser representada en un teatro público y la segunda que con el fin de ser interpretada durante el intermedio Scarlatti había puesto música a una farsa de Girolamo Gigli, “La dirindina o Il maestro di cappella “, que en el último momento fue prohibida debido a las libertades del texto, demasiado irónico, que podían herir las susceptibilidades de los cantantes [12].
Llegamos a un punto oscuro en nuestra historia, cuando un violento conflicto entre padre e hijo estalla. Domenico, que hasta entonces había acatado siempre sumiso las órdenes de su dominante padre, no aguanta más la situación y se rebela contra su tutela. ¿Cuál fue la chispa que desencadenó los acontecimientos? Lo ignoramos, pero la disputa fue tal que se llegaron a emprender acciones legales y Alessandro se vio obligado a firmar el 28 de enero de 1717 un documento por el que reconocía a su hijo total independencia legal. A partir de aquel momento sólo Domenico decidiría sobre su vida y su carrera.
En colaboración con Porpora Domenico escribe la que será su última ópera: “Berenice, regina d' Egitto, ovvero Le gare d'amore e di politica” que se estrena en el teatro Capranica durante los Carnavales de 1718. De la pluma de Scarlatti son el primer acto y parte del segundo.
Al año siguiente, en agosto de 1719, renuncia a su cargo en la capilla Julia. Desde Lisboa se le ha ofrecido el puesto de maestro de capilla de la corte y acepta gustoso el cambio de aires. Sin embargo en los registros del Vaticano existe una curiosa anotación que indica que Domenico ha dejado su cargo y emprendido viaje a Inglaterra. Nada conocemos sobre este viaje, ni de una posible estancia del maestro en tierras inglesas. Pero por otra parte sabemos que en 1720 una reelaboración de su ópera “Amor d'un ombra e gelosia d'un aura” bajo el título de “Narciso” se representó el teatro Haymarket de Londres [13]. Su amigo Roseingrave se había encargado de producirla y de componer cuatro nuevos números para nueva versión. ¿Tendría alguna relación el supuesto viaje a Inglaterra con dicha representación?
Podemos seguir sus huellas merced a otra inscripción, su admisión en la Unión de Sta. Cecilia el 16 de abril de 1720, lo que atestigua su estancia en Palermo, ciudad natal de su padre. De allí saldría seguramente para Portugal. Su serenata “La Contessa delle Stagioni”, escrita para festejar el cumpleaños de la reina, María Ana Josefa, fue interpretada el 6 de septiembre de 1720 en la corte, lo que indica que muy posiblemente Scarlatti se encontrara ya antes de esa fecha por tierras lusas.
Junto a sus deberes como maestro de capilla Domenico debe impartir clases de teclado al rey Juan V, y a sus hijos María Bárbara y Antonio, de nueve y seis años respectivamente. El rey portugués era un hombre muy devoto y piadoso, que había recibido el título de “rey fidelísimo” por Benedicto XIV, y al que gustaban las ceremonias religiosas recargadas, pomposas y fastuosas. Por tales motivos Scarlatti compuso bastante música sacra, aunque por desgracia la mayoría de la música que escribió durante su servicio en la Corte portuguesa se perdió durante el terremoto de Lisboa [14]. En el archivo de la Catedral de Lisboa se conservan copias de un motete al Sto. Sacramento a 8 voces, un Te Deum a 4, un Salmo (Laudate) a 8 y un motete “per l'Ognissanti”, todas ellas obras suyas. En la Gazeta de Lisboa se podía leer como en la noche del 31 de diciembre de 1721, en la iglesia de San Roque, “se había interpretado el himno Te Deum Laudamus, elegantemente compuesto para varios coros por el famoso Domingo Scarlatti. La iglesia estaba decorada de manera suntuosa e iluminada por un millar de velas”[15]. Posiblemente el Te Deum al que se refiere la noticia es el escrito para cuatro coros. Además de música religiosa Scarlatti compuso también varias obras de ocasión, para los festejos de la Corte. Entre estas obras se encuentran varias serenatas, como la ya citada “La Contessa delle Stagioni”, o “Festeggio armonico” [16] entre otras.
Domenico efectuó varios viajes fuera de Portugal mientras estuvo al servicio de la corona lusa. Tenemos constancia de que en 1723 y en 1725 estuvo en París y en 1724 en Roma, donde se encontró con Quantz, el célebre flautista y compositor, y donde posiblemente conoció a Farinelli, del que hablaremos más adelante. Aún efectuaría Scarlatti dos viajes más a tierras italianas: en 1725 a Nápoles para visitar a su padre - la última vez que le vería con vida [17] - y en el que tuvo la oportunidad de conocer a Hasse “il divino sassone”, que estudiaba con Alessandro, y en 1728 a Roma, ciudad en la que el 15 de Mayo, en la iglesia de San Pancracio, se casaba con María Catarina Gentili, una chiquilla de quince años a la que doblaba la edad. Durante los once años que durará el matrimonio tendrán cinco hijos: Juan Antonio, Fernando, Mariana, Alejandro y María.
No es Scarlatti el único en contraer matrimonio, ya que al poco su alumna, la infanta portuguesa, se casa en Badajoz en enero de 1729 con el infante español Fernando, al mismo tiempo que su hermano José – el heredero de la corona portuguesa - lo hacía con la hermanastra de Fernando, María Ana. Un doble enlace con el que se pretendía reforzar la política de colaboración entre España y Portugal, que habían estado enemistadas con motivo de la guerra de Sucesión al trono español.
Tras la boda la joven pareja real se establece en Sevilla, sede de la Corte española entre 1729 y 1733. Felipe V, sufre de lo que los médicos de la época denominan “vapores” [18] y recomiendan al monarca establecerse en la capital hispalense por ser su clima más propicio que el de Madrid. Aunque para Sevilla esta estancia resultó muy onerosa por los gastos que suponía mantener la Corte, por otra parte le hizo recuperar algo del lustre que había perdido con el traslado en 1717 de la Casa de la Contratación a Cádiz.
En la comitiva que María Bárbara se ha traído de Portugal a España se encuentra su maestro de música, Domenico, cuya estancia en nuestro país se prolongaría ya hasta su muerte. Este hecho influyó significativamente en su música, que se vio claramente influenciada por los aires de danza españoles. Scarlatti acabó incluso españolizando su nombre, firmando como “Don Domingo Escarlati”.
El napolitano encuentra a su llegada a Madrid un panorama musical enteramente dominado por la influencia italiana, en el que la ópera es el género favorito de la Corte, y frente a la que se opone una corriente casticista, centrada en los aires de danza populares y la zarzuela. Pero la preponderancia italiana es tan grande que incluso se representan óperas en español compuestas en estilo italiano. La tonadilla, que tanto vigor cobrará a finales del XVIII y principios del XIX, se encuentra en un estado de incipiente nacimiento.
Son tres los teatros públicos que existen en la capital. En primer lugar los dos antiguos corrales de comedias, el del Príncipe - actual Teatro Español y antiguo corral de la Pacheca - y el de la Cruz, reedificados en 1746 y entre 1736 y 1737, respectivamente, e inaugurados ambos con música del español José Nebra, la figura predominante de la escena musical española y excepcional intérprete de órgano. El antiguo teatro de los Caños del Peral, que databa de 1708, también es objeto de reforma, derribado en 1737 e inaugurado al año siguiente. Durante el reinado de Fernando VI los Caños del Peral sólo abrirá sus puertas para dar bailes de máscaras, con la salvedad del periodo comprendido entre 1743 y 1746, cuando se representaron óperas italianas traducidas al español. Cada uno de estos coliseos contaba con su propio grupo de alabarderos, a los que se conocía por un mote; así, chorizos eran los partidarios del teatro del Príncipe, polacos los del la Cruz y panduros los de los Caños del Peral. Estos grupos no se llevaban nada bien y andaban siempre a la gresca entre ellos, como reflejaría más de un siglo después la zarzuela Chorizos y Polacos de Barbieri.
A estos tres teatros hay que añadir uno más, el Coliseo del Buen Retiro, que aunque destinado a representaciones cortesanas también estaba abierto al gran público.
Apenas instalada de nuevo la Corte en Madrid, un pavoroso incendio destruye en la Nochebuena de 1734 el Alcázar. Al parecer, el fuego comenzó en las habitaciones del pintor de cámara Ranc debido a un descuido de los mozos de palacio en el cuidado de la chimenea. Para evitar un posible saqueo por parte del pueblo no se permitió acceder a nadie al Alcázar en llamas y sólo se admitió la ayuda que desde el cercano convento franciscano de San Gil prestaron sus monjes - por aquel entonces no existía el actual espacio de la Plaza de Oriente y la zona se hallaba edificada -.
Finalmente el incendio no se pudo controlar y las llamas acabaron destruyendo la totalidad del vetusto edificio. Incalculables obras de arte, entre ellas cuadros de Tiziano, Rubens, Velázquez, … fueron devoradas por el fuego.
El Palacio del Buen Retiro pasó entonces a convertirse en la sede principal de la Corte española, una corte que gustaba de pasar el año repartido entre los palacios de Aranjuez, La Granja, El Pardo y El Escorial. Scarlatti por su parte se aposenta en la capital en un piso de la calle de Atocha, cerca de Antón Martín [19].
El aprecio y la estima de que goza Domenico se ven traducido en la concesión de un hábito de caballero. El 21 de Abril de 1737 en el convento de los capuchinos de San Antonio del Prado es ordenado caballero de la Orden de Santiago, gracias a la intercesión del rey de Portugal, Juan V. A él dedica Domenico sus primeras sonatas, “Essercizi per Gravicembalo”, que aparecen publicadas en Londres en 1738 [20].
En ese mismo año Domingo de Velasco pintó el retrato del compositor.
Pero es en agosto de 1737, al poco de ser nombrado caballero Domenico, cuando llega a la Corte española un personaje que bien merece que le dediquemos aquí unas líneas por la influencia y poder de que llegó a gozar, y no sólo en su faceta musical, si no también en la vida política. Se trata del famoso castrato Carlo Broschi, más conocido por nosotros como Farinelli y entre sus enemigos como “el Capón”. Isabel de Farnesio le había contratado como remedio terapéutico para combatir el ánimo cada vez más decaído de su marido el rey, quien a la par que su ánimo iba perdiendo la razón a pasos agigantados. No era la primera vez que se recurría a la música para tratar de combatir la insania de un rey, puesto que ya otro castrato, Matteucio, había sido contratado para ver si podía curar de su tristeza a Carlos II. El caso es que las dotes terapéuticas del canto de Farinelli se pusieron a prueba al día siguiente de su llegada. Situado en una sala contigua al del rey interpretó acompañado por una orquesta varias arias. Dicen que cuando el monarca lo escuchó cantar se transfiguró, se sintió radiante, embargado de felicidad y volvió a sonreír.
Entusiasmando con la prodigiosa voz de Farinelli, ese milagro que había conquistado los escenarios europeos y despertado la admiración de todos cuantos le habían oído, le prometió cualquier cosa que le pidiera como recompensa por el encargo de seguir cantando para él todos los días. Farinelli, aleccionado por la reina, tan sólo le pidió que se lavara – no lo hacía en meses -, se afeitara y se pusiera de nuevo al frente de la monarquía. Desde entonces la voz del castrato se convirtió en la droga diaria del monarca. Todas las mañanas debía presentarse Farinelli ante Felipe V y jurarle una vez más que esa noche también cantaría para él… Durante su larga estancia en España no volverá a actuar en público, reservando su excepcional talento y su prodigiosa voz para los Reyes y la Corte.
El cantante mantuvo una estrecha relación con Domenico, al que apreciaba y valoraba sinceramente. Su trato con él le llevó a conocer de primera mano alguna faceta oscura de la vida de Scarlatti, como era su desmesurada afición al juego. Domenico gustaba de apostar e incurría a menudo en fuertes deudas que la generosidad de la reina María Bárbara para con su maestro y amigo tuvo que saldar en más de una ocasión. Teniendo en cuenta lo tacaña que era la reina éste es un gesto que nos dice mucho del favor y consideración que tenía por Domenico [21].
En la primavera de 1739, el 6 de mayo, fallece María Catarina, la joven esposa de nuestro compositor. Domenico confía el cuidado de sus hijos a su suegra, Margarita Roseti Gentili, quien sigue viviendo con él. Tres años más tarde Scarlatti vuelve a contraer matrimonio. Su esposa, Anastasia Maxarti Jiménez, es una gaditana que le dará otros cuatro hijos: María Bárbara, Rosa, Domingo y Antonio. El último nacerá en 1749, cuando su padre contaba ya con sesenta y cuatro años de edad.
En noviembre de 1740, invitado por su amigo Roseingrave, viaja a Dublín, donde el 7 de febrero de ese año había tenido lugar un concierto a beneficio suyo. Fue su último gran viaje [22].
Una embolia el 9 de julio de 1746 ponía fin a los sufrimientos de Felipe V, quien tenía ya la razón tan perdida que la reina y los dignatarios evitaban incluso que compareciera en público. Le sucede en el trono su hijo Fernando VI, un monarca cuyo mejor acierto fue saber escoger bien a sus colaboradores, entre los que se encontraron ministros como Carvajal o el Marqués de la Ensenada. Su reinado será un periodo de paz para España, en el que se emprendieron varias reformas internas: la modernización de la marina, la construcción de astilleros y puertos, caminos, canales… y se crearon instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Fernando VI es además un gran melómano que manda reorganizar la Real Capilla de Música, así como reconstruir su archivo - que se hallaba en un lamentable estado de abandono y cuya organización encarga a Nebra - y otorga a Farinelli el cargo de director de los teatros del Buen Retiro y de Aranjuez. El castrato organizará en el coliseo del Retiro espectáculos de tal fasto como difícilmente se podían encontrar en cualquier otro teatro europeo de la época [23].
Sin embargo, el status de Scarlatti no se ve afectado por el cambio de monarca y sigue sin ser requerido ni para escribir óperas ni dirigir espectáculos. Su labor se sigue limitando a componer música para el ejercicio de María Bárbara, ahora la reina. También imparte clases entre 1752 y 1756 al joven Antonio Soler, cuya también prodigiosa técnica al teclado le hizo ser conocido como "el diablo hecho Fraile".
Podemos hacernos una idea del aspecto físico de Domenico en estos años a través del retrato que efectuó en 1752 Amiconi de la familia de Fernando VI y María Bárbara de Braganza [24]. En él se aprecia junto a la diestra del rey al compositor y a Farinelli.
Poco a poco la corte española se va sumiendo en una lenta decadencia. El rey sufre de un defecto físico que le impide tener descendencia y la locura heredada de su padre es cada vez más manifiesta. Por otra parte, la reina teme sobrevivir a su esposo, porque está segura que la intrigante madrastra de su hijo, Isabel de Farnesio, no dudará en despojarla de todo y apartarla de la corte en cuanto alguno de sus hijos se haga con el trono de España a la muerte de Fernando. Isabel había sido desterrada al morir su esposo Felipe V a la Granja de San Ildefonso por Fernando VI, pero la Farnesio esperaba pacientemente su momento, sabedora de la incapacidad del rey para procrear. Sin embargo es María Bárbara la que fallece antes que su esposo, víctima de un cáncer de útero, tras una larga agonía el 27 de agosto de 1758.
La reina es sepultada en la iglesia del convento de la Visitación de Nuestra Señora, o de las Salesas Reales, que había mandado fundar como colegio de niñas de la nobleza y con la intención añadida de retirarse allí a pasar sus últimos días cuando muriera su esposo. Además, como la reina no había tenido descendencia no podía ser enterrada en el panteón de El Escorial, por lo que ella y su marido, que no quiso separase de su esposa ni tras la muerte, eligieron este lugar para su reposo eterno.
La muerte de María Bárbara supone un golpe tremendo para el rey del que no se recuperará, incapaz de soportar su ausencia. Fallece un año más tarde, el 10 de Agosto de 1759, recluido en Villaviciosa de Odón, aullando por las noches, negándose a comer, víctima de la melancolía y la depresión.
Pero para entonces Scarlatti ya nos había dejado. Había fallecido el sábado 23 de julio de 1757, en su domicilio sito en el número 35 de la calle Leganitos, junto a la plaza de Santo Domingo [25]. Su partida de defunción reza de la siguiente manera:
“Don Domingo Escarlati, Caballero del Ord.n de Santiago, marido que fué de primeras Nupcias de Cathalina Gentili, y de segundas lo hera de D.a Anastasia Mazanti, y natal. de Nápoles, e hijo de D.n Alexandro Escarlati y de Da. Antonia Ansaloni (difuntos), Parroq.no de esta Iglesia, Calle de Leganitos, Casas de Adm.on, Otorgó su Testamto. Ante Gaspar Feliciano García Notario R.al en nuebe de Octubre de mil setecientos quarenta y nuebe, en el que señala Cincuenta Misas, su lim.a a tres r.o. Nombró por Testamentarios a la dicha D.a Anastasia, su muger, y al D.or D.n Christoval Romero de Torres, Presbytero Cap.an de S.M. en su R.al capilla de los Reyes nuebos de Toledo. Y por Herederos nombró a D.n Juan Antonio, D.n Fernando, D.a Maríana, D.n Alexandro y D.a María Escarlati sus hijos lex.mos y de la referida su primera muger, y a D.n Domingo, D.n Antonio, D.a Barbara y D.a Rosa Escarlati también sus hijos legitimos y de la citada su segunda muger. Recivió los S.tos Sacram.tos, murió en veinte y tres de Julio de mil setez.os cinquenta y siete, enterrose en el Conv.to de S.n Norberto, de esta Corte de secreto, con licencia del S.or Vicario”.
Su última obra, compuesta un año antes de su muerte, había sido un Salve Regina en La Mayor para soprano y cuerda. Curiosamente de sus nueve hijos ninguno se dedicó a la música.
Los restos mortales de Domenico se han perdido. El convento donde había sido enterrado, que se hallaba ubicado en la actual plaza de los Mostenses, fue demolido por orden de José Bonaparte, nuestro “Rey Plazuelas”.
Su obra
Sin duda alguna la obra que le ha brindado la inmortalidad a Domenico Scarlatti son sus cerca de 555 sonatas bipartitas para teclado [26], compuestas todas durante su estancia en Madrid y destinadas a su alumna María Bárbara de Braganza. De este monumental conjunto tan sólo una pequeña parte se publicó en vida del autor. Él mismo supervisó la publicación de sus “Essercizi per gravicemvalo”, como él las llamaba y para las que redactó el siguiente prefacio: “Lector, no esperes encontrar en estas composiciones una intención profunda, sino más bien una ingeniosa burla artística para ejercitarte en el duro ejercicio de tocar el clave... Muéstrate por tanto más comprensivo que crítico y, de esta manera, verás aumentado considerablemente tu propio placer. Hasta siempre. ¡Vive feliz!“
Burney comentaba sobre estas sonatas que “fueron no sólo las piezas preferidas de todo joven intérprete que quería demostrar sus habilidades como ejecutante; fueron además la maravilla y delicia de todo oyente que poseyese una chispa de entusiasmo y fuese capaz de comprender la novedad y la audacia de los efectos producidos por la violación intrépida de casi todas las viejas reglas establecidas de la composición "
En sus sonatas se encuentran influencias de la música popular española, como puede ser el uso del modo frigio y de ritmos de seguidillas, boleros y fandangos [27]. Scarlatti "imitaba la melodía de las tonadas que cantaban los carreteros, los muleros y la gente corriente" y explora todas las capacidades y recursos del clavicémbalo, mostrando una gran destreza para la modulación. Son obras de una gran dificultad y su virtuosismo, lo que nos da una idea de la gran capacidad de la Reina como intérprete [28].
Por extraño que nos parezca no disponemos de manuscritos de puño y letra de Scarlatti. Todo lo que hay es obra de los copistas de la Reina. ¿Acaso fueron destruidos los manuscritos tras ser copiados?
Así, las fuentes principales de que disponemos para sus sonatas son dos copias, conservadas una en el Conservatorio Arrigo Boito de Parma y otra en la biblioteca nacional Marciana de Venecia. Esta última fue propiedad de la reina y se trata de un conjunto de quince volúmenes encuadernados en cuero que recogen un total de 496 sonatas; en la cubierta de cada volumen figuran con oro las armas de España y Portugal. Los trece primeros volúmenes recogen obras de 1752 a 1757. Al volumen XIV pertenecen obras de 1742 y al XV de 1749.
Sabemos cuáles eran los instrumentos musicales en los que tocaba Scarlatti en la Corte porque disponemos del catálogo de los instrumentos que pertenecieron a la Reina. Bárbara de Braganza poseía siete clavicémbalos, cinco pianofortes y un órgano. A Scarlatti nunca le convencieron dichos fortepianos y dispuso que al menos dos de ellos fueran reconvertidos en clavicémbalos [29].
Además de las sonatas y de las óperas y sinfonías que hemos mencionado con anterioridad, Scarlatti compuso también gran número de serenatas vocales, cantatas y obras sacras. Entre estas últimas destaca su “Stabat mater” en do menor, una impresionante obra compuesta para diez voces y bajo continuo – cuatro sopranos, dos contraltos, dos tenores y dos bajos -. No se conoce cuándo fue escrita, aunque los expertos la sitúan entre 1705 y 1719. En esta pieza el compositor trata en su mayor parte las voces independientemente, sin recurrir a una oposición antifonal de dos grupos de cinco voces, demostrando su genial dominio del contrapunto. Sobre ella escribía Burney en 1777: “ hace ya cincuenta años que Domenico Scarlatti se atrevió a escribir partituras de un efecto y gusto a los que otros músicos no han llegado más que últimamente, y que los oídos del público sólo han aceptado hace poco“. Y es que Domenico fue un excelente contrapuntista y polifonista.
Añadir por último que Scarlatti compuso también tres misas:
- la “Missa quatuor vocum” en sol menor - para cuarteto de solistas y coro a capella - , también conocida como Misa de Madrid. Ignoramos una vez más cuándo y por qué o para quién fue escrita. La fuente de la que disponemos es una copia que se encuentra en los libros de coro de la Real capilla madrileña, fechada en 1754. Elaborada siguiendo los modelos de los grandes polifonistas del XVI presenta sin embargo características propias del barroco;
- la Misa en Re mayor para solistas, coro y orquesta – dos oboes, dos trompas, timbales, dos violines y órgano continuo - fechada en 1754 y descubierta en el monasterio de Aranzazu;
- la Missa breve "La Stella" para solistas, dos coros y órgano. Data probablemente de 1708. El título de "La Stella" se encuentra escrito sobre la parte del órgano. Quizás haga referencia al lema de Clemente XI o sea una referencia a la Epifanía, festividad para la que habría sido compuesta.
Este artículo fue publicado en su primera versión en la web de Amigos del Foro el 19 de julio de 2007
Bibliografía
- RODICIO CASARES , Emilio: “Francisco Asenjo Barbieri. Escritos”
- BURNEY, Charles: “Viaggio musicale in Italia” y “The Present States of Musyc en Germany”
- FLOOD, W.H.G.: “Domenico Scarlatti´s Visit to Dublin, 1740-1”
- KIRKPATRICK, Ralph: “Domenico Scarlatti”.
- MALCOM BOYD y CARRERAS, JUAN JOSÉ: “La música española en el siglo XVIII)”
- PAGANO, Roberto: “Scarlatti, Alessandro e Domenico, due vite in una”
- SHERGOLD, N.D.: “Los corrales de comedias de Madrid 1632 – 1745”
- SHEVELOFF, Joel: “Domenico Scarlatti: Tercentenary Frustrations”
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Comentarios
Gracias, me alegro que os haya gustado y gracias por el video, Andrés.
Gracias un biografía completísima
que guai es esto de la musica me encanta sos los mejores
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