Circo de gallos montado por doña Teresa de Córdoba como anexo a su palacete de la calle de Fernando el Santo. Grabado de 1876 para la Guía de Madrid de Ángel Fdez. de los Ríos, página 596.

En la actualidad solemos asociar este espectáculo, instintivamente, con tierras de México, país por cuyo folklore y cinematografía nos han llegado numerosas muestras de esta cruel diversión. Sin embargo, es curioso cómo, si bien en el México rural la costumbre permanece, en el Distrito Federal, de ideas más avanzadas, ha sido puesta fuera de la ley. De igual manera, otros países en los que ahora tiene menor predicamento, fueron grandes aficionados a las peleas de gallos, casos de Argentina y de Uruguay, de los que se dice que fueron exportadas a tierras españolas.

En Madrid hubo un periodo de cierta moda de estas peleas entre el reinado de Isabel II y el de Alfonso XII, y los establecimientos, llamados “circos de gallos” (en la actualidad se les llama reñideros) solían ubicarse en las entonces afueras de la parte norte de la capital. Hay testimonios de la existencia de uno en el año 1851, y de otro de ellos se conserva incluso alguna representación gráfica, cual era el situado en la calle de Fernando el Santo, como anexo a un palacete de una dama de la alta sociedad, doña Teresa de Córdoba. Palacio y circo ocupaban el espacio comprendido entre las actuales fincas números 11 y 13 de dicha calle.

El escritor italiano Edmundo de Ámicis tuvo ocasión de visitar uno de estos espectáculos en su visita a la corte de Amadeo de Saboya en 1872, y salió de él con más pavor del que le habían provocado las corridas de toros, dada la extrema violencia con que se llegaban a desarrollar los combates. En la España de nuestros días, estas peleas son ilegales salvo en Andalucía (el núcleo principal de la afición está en la provincia de Cádiz) y en algunas zonas de las islas Canarias.

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Autor del artículo

Juan Pedro Esteve García