En amarillo, emplazamiento original de la Puerta en 1753 sobre una vista aérea del actual nudo de autopistas. En la parte superior de la imagen puede verse claramente en la nueva posición que ocupa desde 1998. Foto, visor Nomecalles de la Comunidad de Madrid.

Vista de la Puerta de Hierro en su emplazamiento original. La imagen procede de una tarjeta postal y creemos que data de los años 70 del siglo XX, cuando los enlaces entre las distintas carreteras de la zona se hacían al mismo nivel, sin puentes ni subterráneos.

Esta construcción monumental ha dado nombre a varios elementos urbanos de sus alrededores, como una colonia de chalets del año 1948 o un hospital del año 1959 (trasladado a Majadahonda en 2008). La Puerta de Hierro fue edificada a mediados del siglo XVIII como consecuencia de la decisión del rey Fernando VI de Borbón de cercar los montes de El Pardo, al norte de la Corte, con una tapia de 2 metros y medio de alto y un perímetro de alrededor de un centenar de kilómetros, para evitar la entrada de cazadores furtivos y la fuga de los animales destinados a ser abatidos en los momentos de ocio del monarca.

La tapia fue obra del ingeniero Francisco Nangle, y en el diseño de esta Puerta de Hierro, -la más monumental de las diversas entradas al Monte de El Pardo, al estar situada en la carretera de acceso desde Madrid capital- intervinieron tanto el propio Nangle como Francisco de Moradillo y Francisco Barranco, autor este último de las partes metálicas que dan nombre a la puerta. Las obras comenzaron en 1751 y terminaron en algún momento cercano al año 1753.

Desde comienzos del siglo XX a la Primera Guerra Mundial, además de los coches de caballos y los carros de bueyes, la Puerta de Hierro vio pasar los tranvías de una curiosa línea de tracción a vapor, casi un pequeño ferrocarril vecinal. Al poco empezó la proliferación de los automóviles, que se convirtió en invasión pura y dura en la década de 1960. La Puerta de Hierro, por hallarse en el punto de bifurcación de las carreteras de Madrid a El Pardo y de Madrid a La Coruña -a las que había que añadir el proyecto del “tercer cinturón” o autopista de circunvalación de la capital- pasaría a estar rodeada de calzadas de asfalto por varios sitios. En los años 70 ya se sugería la posibilidad de mover la puerta de sitio para dejar lugar a un nudo de autopistas.

El “tercer cinturón” acabó siendo lo que ahora llamamos la M-30, y precisamente los últimos tramos en construirse de ella fueron, allá por los años 90 del siglo XX, los situados entre el Barrio del Pilar y la Carretera de El Pardo, aunque cerca de esta última las calzadas se tendieron por la explanación -construida en los años 40- de un non-nato proyecto denominado Avenida de Asturias, que debería haber unido la Plaza de Castilla con Las Rozas y de la que tan solo se hicieron algunos tramos aislados, como el que más recientemente supuso la demolición de parte del barrio de La Ventilla.

Al terminarse la conversión de esa parte de la carretera de El Pardo en M-30, a la que se unía en ese lugar la nueva calle de Sinesio Delgado como duplicación de la antigua ruta de la Dehesa de la Villa, pronto se vio que la Puerta quedaba casi apartada de la vista de los madrileños por culpa de su baja cota en comparación con la de algunas de las nuevas autopistas, por lo que se decidió desmontarla piedra por piedra y reconstruirla en una posición algo más elevada, obra que fue realizada entre los años 1997 y 1998 por iniciativa del arquitecto José Miguel Ávila Jalvo y del político Pío García Escudero.

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Autor del artículo

Juan Pedro Esteve García