Glosario arquitectónico madrileño: ábside

Y no nos alarguemos más… Iniciemos la primera entrada que, lógicamente, comienza con la letra “A”, y veamos qué edificio hemos seleccionado para ilustrarlo mejor, y al mismo tiempo tener la oportunidad de disfrutar de la arquitectura y de nuestro patrimonio.

1. Ábside

ÁBSIDE: (Del griego hapsis y del latín absis o Assis, círculo, bóveda) Espacio interior abovedado, de planta semicircular o poligonal, que se abre a una nave o a una estancia. En un templo ocupa comúnmente la cabecera de la edificación, y en el mismo se sitúa el presbiterio con el altar.

El ábside de la Iglesia de San Nicolás de los Servitas (Foto 1) es realmente singular dentro de la arquitectura madrileña. Su carácter único deviene tanto por su antigüedad como el de su excepcionalidad dentro de los estilos arquitectónicos que podemos hallar en nuestra ciudad, por no poder hallar más ejemplos similares en arquitectura gótica, si exceptuamos la cabecera de la Iglesia de San Jerónimo el Real  (fuertemente reformada en el siglo XIX) y la más fiel a su época de construcción (primera mitad del siglo XVI) como es la Capilla del Opispo.

Desconocemos la fecha exacta de construcción de este templo. El Apéndice al Fuero de Madrid, otorgado por el Rey de Castilla y León D. Alfonso VIII en el año 1202, recoge la normativa civil de convivencia, organización concejil  y policía de Madrid en el bajo medievo, y además reseña las parroquias, denominadas entonces “collaciones”, existentes en la entonces villa medieval. Entre las diez mencionadas, todas intramuradas por el recinto amurallado cristiano erigido a partir de la segunda mitad del siglo XII, se menciona a la Iglesia Parroquial de San Nicolás. Este pequeño y discreto templo es una amalgama en sus diversas partes de los estilos arquitectónicos que han primado en distintos períodos históricos, desde la baja Edad Media hasta la Edad Moderna, siendo su elemento más antiguo la torre-campanario, de estilo mudéjar y datado casi unánimemente por los especialistas en esa segunda mitad del siglo XII a la que hemos hecho alusión como fecha también de edificación del segundo recinto fortificado madrileño.

Regresando al ábside de este templo, y observándolo desde su exterior no podemos dejar de apreciar su carácter único dentro del panorama arquitectónico madrileño. Su configuración poligonal de cinco lados nos alerta inmediatamente de su progenie medieval y gótica. Sus paramentos están constituidos por sillares bien labrados de piedra caliza. Estos sillares, a pesar de su pequeño tamaño, están perfectamente escuadrados, y muestran una configuración predominantemente rectangular, si bien podemos apreciar un buen número de ellos de forma cuadrangular. Esto nos pone sobre la pista de la técnica empleada por los alarifes en su edificación. Este ábside es de un considerable grosor en relación a su tamaño debido a la colocación de los sillares que lo componen en disposición de “soga y tizón”; o lo que es lo mismo, la colocación de algunos sillares con su lado de mayor longitud a la vista, por contraposición de otros dispuestos por su lado menor.

También podemos apreciar a simple vista que el ábside  ha experimentado recientes restauraciones, sobre todo en su parte inferior, donde podemos observar sillares de nueva talla, y sobre todo en el zócalo en el que parte del mismo ha sido consolidado de forma menos cuidadosa al emplearse cemento para subsanar las lagunas. Estos trabajos posiblemente se englobaron en las labores de restauración efectuadas en el período 1980-1983 bajo la dirección del arquitecto D. Jaime L. Lorenzo.

El interior del ábside muestra una hermosa bóveda atravesada por nervios de crucería góticos, cuyos plementos de ladrillo no se perciben al estar enfoscados y pintados en una suave tonalidad amarillenta. Los nervios muestran, en cambio, un blanco nuclear un tanto excesivo.

El paramento meridional del interior del ábside muestra una serie de elementos arquitectónicos y decorativos de un altísimo interés. Nos fijaremos en la puerta adintelada de acceso a la sacristía, que muestra una gruesa moldura de yeso blanco rodeando el dintel y  algo menos de la mitad de las jambas, con profusa decoración vegetalizada de tradición gótico-mudéjar, siguiendo un estilo de gran implantación en la ciudad de Toledo entre los siglos XII y XVI. Sobre esta puerta se abren tres hornacinas aveneradas de estilo renacentista plateresco. Inmediatamente a la derecha de la puerta, y aún dentro del muro meridional del ábside nos sorprendemos al contemplar dos arcos de herradura apuntado, doblados por arquivolta exterior de lóbulos, de tradición inequívocamente mudéjar y que nos confirma hallarnos ante el muro de mayor antigüedad del ábside.

2. Debate sobre la antigüedad del ábside de San Nicolás.

La cronología del ábside, siendo el segundo elemento arquitectónico más antiguo tras la propia torre mudéjar, sigue siendo objeto de debate. Tradicionalmente, y siguiendo unas pautas un tanto rígidas de delimitación temporal de los grandes estilos arquitectónicos, se le suele encuadrar en el último tercio del siglo XV.

No obstante, los estudios estilísticos y arqueológicos efectuados en el mismo han hecho variar en estos últimos años este criterio.

El profesor Pavón Maldonado ya desarrolló la posibilidad de que el actual ábside sea el segundo en la historia de San Nicolás. El estudio del muro meridional del mismo con su arquería netamente mudéjar le indujo a exponer que el primer ábside sería contemporáneo a la actual torre campanario del siglo XII. En algún momento indeterminado, posiblemente a fines del siglo XV o comienzos del XVI, la parte superior de la vieja torre mudéjar sufriría un desplome que afectaría al antiguo ábside mudéjar; el mismo sería reconstruido en el estilo tardogótico que aún imperaba en la época. Sólo se salvaría del antiguo ábside el muro meridional paredaño con la torre, lo que explica la supervivencia de los arcos de herradura lobulados.

Recientemente, y siguiendo la tesis de Pavón Maldonado, el historiador del Arte Moreno Blanco, al estudiar la estética de los nervios góticos de crucería del ábside, resalta las ménsulas esquineras gallonadas en que se apoyan, de apariencia netamente renacentista, retrasando, por tanto la edificación del actual ábside hasta el siglo XVI, en los estertores del gótico.

Esta cronología la haría coincidir con la construcción del hermoso artesonado de madera de configuración de “par y nudillo” que cubre la nave central, de estética mudéjar, cuyos tirantes apoyan en ménsulas de bella labra renacentista, y por tanto atribuible, asimismo al siglo XVI.

Habría que hablar, por tanto, de un templo original, levantado en la segunda mitad del siglo XII, de estética románico-mudéjar, imperante en esta época en Castilla, y con influencias toledanas. Templo de una única nave, rematada por ábside semircular de ladrillo cubierto con bóveda de cuarto de espera, con un tramo previo recto; ambos con los muros tanto interiores como exteriores ornados de arquerías de herradura apuntadas lobuladas ciegas, de manera similar a ejemplos próximos geográficamente como el de la iglesia de Camarma de Esteruelas, también en la provincia de Madrid, por mencionar un solo caso, entre varios felizmente subsistentes.

3. Ábside “reciclado”.

De esta manera, el actual ábside es el segundo que ha conocido el templo de San Nicolás en su larga historia. Es posible que para su construcción se aprovecharan materiales de derribo, procedentes de la remodelación integral que se efectuaba en el templo en el siglo XVI, con motivo de dotar al templo de dos naves laterales, flanqueando a la hasta entonces única existente. Consta, documentalmente la existencia de, al menos, dos capillas patrocinadas por dos importantes familias madrileñas de la época, como la de los Luzón, que edificó la suya junto a los pies del templo y en el lado de la epístola en la primera mitad del siglo XV; su espacio está actualmente ocupado por la Capilla barroca del Cristo de Burgos. Igualmente, fue enterrado en este templo un ilustre personaje, Maestresala de Enrique IV y  embajador de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, llamado D. Alvar García Díaz de Ribadeneyra; dejó determinado que se le inhumara bajo la cripta entonces existente bajo el altar mayor.


De aquí surge una posible teorización ante uno de los sillares integrado en el paramento oriental y principal del ábside (foto 2), el cual muestra una inscripción fragmentaria que podría corresponder a alguna lápida funeraria o placa laudatoria de los tiempos finales del medievo, y que al ser remodelado el templo para su ampliación con el derribo de antiguas capillas fuera dicha inscripción troceada y reaprovechada como material de construcción. Nada de esto se puede confirmar en tanto el sillar grabado sea debidamente estudiado.

4. Descripción general del templo.

Hoy día San Nicolás de los Servitas descansa en un remanso de calles parcialmente peatonalizadas, que la dejan ignorada de la multitud de ciudadanos y visitantes que transitan por las muy próximas calles Mayor, Bailén y de la mismísima Plaza de Oriente. Situada a escasos pasos de la calle Mayor, forma manzana independiente con el número 426, rodeada por la calle, travesía y plaza de San Nicolás, y calle del Biombo.

Es un templo de pequeño tamaño edificado primordialmente en mampostería toledana, combinando el mampuesto de piedra de sílex entre verdugadas de ladrillo, y que se corresponden con la edificación del cuerpo principal del templo entre finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. La excepción a estos materiales constructivos la hallamos en la fachada meridional, en la que resaltan los rotundos muros de ladrillo,  flanqueando la puerta principal de acceso, correspondientes a las actuales capillas de San Nicolás de Bari y del Cristo de Burgos, ambas levantadas a fines del siglo XVII, o comienzos del XVIII.

La portada principal es la única alegría arquitectónica de esta fachada (foto 3); elaborada en granito es obra de elaborado barroco, diseñada y esculpida por el escultor vallisoletano Luis Salvador Carmona (1708-1767). Su frontón mixtilíneo partido, culminado por una cruz, muestra un tondo del que sobresale teatralmente en altorrelieve la imagen del Obispo de Mira (Asia Menor), patrón de la localidad italiana de Bari, con sus vestiduras episcopales, tocado de mitra, y aleccionando a los feligreses con la Sagrada Biblia abierta en su mano izquierda. Una interesante imagen para conocer el origen iconográfico del personaje histórico real que dio origen al secularizado Santa Claus, más conocido en estos lares por influencia gálica, como Papa Noel.

Existe otra portada de granito en la fachada norte, mucho más sencilla y desornamentada, compuesta de grandes dovelas perfectamente escuadradas.

No podemos dejar de llamar la atención, brevemente, sobre la torre campanario (foto 4) que hemos mencionado muy de pasada y que tiene una importancia capital en la historia de la arquitectura de Madrid. No obstante y, como por sí misma merece un artículo mucho más extenso, nos limitaremos a dar unas breves pinceladas sobre la misma.

Es actualmente el elemento arquitectónico más antiguo del templo, posiblemente perteneciente a la construcción primigenia del mismo. Aunque historiadores y cronistas del siglo de Oro encomiaban la antigüedad de San Nicolás, datándole en el siglo IV después de Cristo, incluso antes de que muriera el Santo Obispo de Mira que le otorgó su titularidad, lo que sabemos realmente es que ya existía en el siglo XII,  pues era nombrado en el Fuero de Madrid de 1202.

Se ha supuesto que fue minarete o alminar de mezquita musulmana, pero hoy en día parece fuera de toda duda que, aunque fuera edificado por alarifes de progenie musulmana (“mudéjares”) residentes en Madrid, ya lo fue bajo la soberanía de la monarquía castellana. Es una torre cuadrangular, edificada en ladrillo tostado, bajo las premisas en que se edificaban los alminares; es decir, con un machón central alrededor del cual ascendía la escalera hasta el cuerpo de campanas. Su decoración se basa en tres bandas de arquerías ciegas en sus cuatro fachadas. La banda inferior, compuesta de tres arcos trilobulados por cara; la banda intermedia, de tres arcos pentalobulados por cara; y la banda superior de cinco arcos de herradura sencillos por cara, los dos de los extremos más estrechos que los centrales. El actual cuerpo de campanas se corresponde con una reforma efectuada en el siglo XVII, dentro de la remodelación general que se hizo en la totalidad del templo con la construcción de las dos capillas de la epístola, y cuando hacía más de un siglo que el dañado ábside mudéjar había sido sustituido por el actual ábside tardogótico. El interés de esta torre hará que volvamos sobre ella con más detenimiento en otro artículo.

El acceso al templo supone una obligación inexcusable para cualquier persona medianamente sensible ante la historia y el arte.

5. Visita al interior del templo.

Contemplaremos un edificio organizado en planta basilical de tres naves, capilla mayor,  tres capillas menores y coro elevado a los pies. La capilla mayor está ampliamente explicada porque se corresponde con el ábside objeto de la entrada de este glosario. Sin embargo, no podemos dejar de fijarnos en el gran arco triunfal que le antecede, de amplio arco de herradura, y posiblemente correspondiente a la construcción originaria del templo en el siglo XII. Aunque afectada por la caída de la parte superior de la torre, no resultó destruida en su totalidad, y fue rehecha en el mismo estilo cuando se construyó el actual ábside. La nave central se encuentra cubierta por un hermoso artesonado mudéjar-renacentista del siglo XVI. Las naves laterales se encuentran cubiertas por bóvedas de arista, siendo la situada en el sector norte muy angosta. Resalta mucho más la nave meridional por el desahogo que supone la existencia en la misma de la Capilla de San Nicolás, titular de la parroquia, cubierta de bella cúpula ovalada, iluminada por linterna. A los pies del templo, en su lado epistolar tendremos la oportunidad de contemplar la capilla barroca del Cristo de Burgos o de Nuestra Señora de los Dolores, mucho más amplia y cerrada por reja del siglo XVII. En el lado frontero, sotacoro como la antedicha capilla, observamos otra, sin culto actualmente, ya que está dedicada a explicar, como un pequeño museo, la historia e importancia de este olvidado templo medieval en los orígenes históricos de nuestra metrópoli actual. Obviamos añadir que el templo es altamente interesante de visitar no sólo por su arquitectura, sino por el rico tesoro que expone actualmente en cuestión de retablos, imaginería y pintura, de los siglos XVII al actual.

Como detalle curioso, no dejaremos de observar en el muro testero de los pies de la iglesia una inscripción funeraria del siglo XVII, que aloja la sepultura de Juan de Herrera (foto 5). Aunque se ha afirmado tradicionalmente que se corresponde con el primer enterramiento del gran arquitecto cántabro, inmortal por culminar las obras de construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y en la fachada de la iglesia una moderna placa se empeña en ratificar este aserto, podemos comprobar por la fecha de defunción del ocupante de este enterramiento que no se corresponde con el mismo personaje, ya que el presente falleció en 1654, en tanto que el arquitecto de El Escorial lo hizo en 1597.

 

 

Fotografías por Mario Sánchez Cachero.

6. Bibliografía.

  • .-AA.VV. (2002) “Retablos de la Comunidad de Madrid”. Consejería de las Artes de la Comunidad de Madrid.
  • .-AA.VV. (2008) “Enciclopedia del Románico en Madrid”. Aguilar de Campoo.
  • .-BARRAL ALTET, Jaime (1998) “La Alta Edad Media”  Colonia.
  • .-COBREROS, Jaime (1993) “El románico en España”. Madrid.
  • .-MUÑOZ BLANCO, Raimundo (2008) “Iglesia de San Nicolás de los Servitas”. Enciclopedia del Románico en Madrid. Aguilar de Campoo.
  • .-PAVON MALDONADO, Basilio (1984-1985) “De la Almudayna árabe a la torre mudéjar de San Nicolás”. Revista Awraq.

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Autor del artículo

Julio Real

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